Efectivamente, mis hermanos y yo, somos sobrinos-nietos políticos de el, al haber estado casado con una hermana de mi abuela paterna. Pero como dice Richard Bach: " raramente los componentes de una familia, se crían bajo el mismo techo “Muniz” (que asi le llamabamos todos) y Beba, nuestra tia abuela, fueron (y son) mucho mas que tios abuelos.
Ellos no tuvieron hijos, y como decia Muniz, "al que dios no le dio hijos, el diablo le trae sobrinos, m´hijo"
Nuestros padres, se divorciaron cuando eramos pequeños, un divorcio jodido, me imagino que como lo seran todos, y nuestro apoyo fueron Muniz y Beba. La verdad es que fueron mucho mas que nuestro apoyo, nos dieron de cariño, consejos, ayuda de todos los tipos.
Desde que tengo memoria, siempre han estado ahi, para todo lo nuestro.

Nuestro padre se fue a Venezuela, escapando de la situacion politica en Uruguay, así que la referencia masculina, la imagen padre para nosotros tres, fue Muniz. Casi te podria decir que soy Mendez por una simple cuestion genetica, pero todo lo bueno, lo sabio, y en fin, todo lo que vale la pena de mi, se los debo a mis tios Beba y Muniz.

Tambien desde que tengo memoria, Aiguá, o El Campo como le deciamos nosotros, siempre ha estado presente.
En las casas, como decía mi tio, nacio el. Le llamaba " mi casa solariega " La parte principal de la misma fue construida en 1901, y después fue ampliada en 1965.

Mi tio, un hombre de una cultura impresionante, avido lector, (son testimonio los miles de libros que tenia) nos deleitaba por las noches, siempre con su mate en las manos, de las historias de su juventud, de como era la vida en Aigua hasta que marcho el para Montevideo a estudiar.

Una historia destacaba de las demas, era la de su " Tio Sixto ", a quien visitara en una ocasion con un compañero de la facultad de veterinaria, llamado Mundsen, apellido que al resultarle complejo a su tio Sixto, provocó que le rebautizaran Amancio, que les sonaria mas cristiano.

La madre de Muniz, le hizo un curso al tal Mundsen, sobre el comportamiento que debia tener, como comportarse frente al fogón, en fin, las normas camperas. La historia es larga, pero no tiene nada que envidiar al Quijote.
A ver si algun dia la escribo, para que quede a los que me precedan.

Alvaro Mendez, 23/5/02